España es el segundo país, tras Bélgica, con menos alumnos en aulas públicas ...
Hay un debate que no ha centrado la campaña de las elecciones del 25-M
y que influye, sin embargo, en el tipo de educación que reciben los
jóvenes europeos: ¿en manos de quién está la enseñanza? En la respuesta a
esa pregunta, España se aparta de sus colegas de la UE. Es el segundo
país con más alumnos en aulas concertadas (privadas subvencionadas) o
completamente privadas, solo tras Bélgica, y se sitúa hasta 22 puntos
por encima de la media —en el caso de primaria— en el porcentaje de
estudiantes que se educan en centros bajo una gestión o capital
privados.
La privatización, aunque minoritaria en Europa salvo
excepciones, como España, ha avanzado en la última década, y un temor
inquieta a los sindicatos europeos: la educación, alertan, puede no
quedar excluida del futuro Tratado de Libre Comercio entre la UE y
Estados Unidos, que se negocia con poca publicidad. La Confederación
Europea de Sindicatos (ETUC, por sus siglas en inglés) reclama la
“salvaguarda” de la educación de esos “intentos liberalizadores”. Les
preocupa que se abra (más) la mano al negocio con el servicio público. A
otros no les parece una mala idea.
Un 32% de los alumnos españoles de primaria aprenden en la escuela
concertada o privada (un 68% en la pública), un porcentaje que baja
ligeramente en secundaria, bachillerato y FP (ver gráfico), según los
últimos datos de la OCDE, de 2011. La controversia sobre el modelo
educativo ha vuelto a ponerse encima de la mesa en España, después de
que el Gobierno de la Comunidad de Madrid, del PP, impusiera en abril en dos municipios
(Parla y Rivas) los primeros colegios concertados religiosos, pese a la
oposición de sus Ayuntamientos, en manos del PSOE e IU,
respectivamente.
Lo cierto es que, en la media de los países europeos, los escolares
cursan primaria muy mayoritariamente en la enseñanza pública (un 90%,
frente a un 10% en las otras opciones) al igual que en secundaria.
Bélgica y España se desmarcan de esa tendencia, junto con Holanda, que
también ha tenido una fuerte tradición histórica de educación privada
concertada.La OCDE precisa que sus datos sobre este país están en
desarrollo y hay que remontarse a 2004 para encontrar una estadística de
Eurostat que sitúa el peso de la concertada en algo más del 70%. En la
no obligatoria, a partir de bachillerato, la proporción de privada en la
media de la UE resulta algo mayor (17%), pero, en todo caso, los
estudiantes en aulas públicas no bajan del 80%. ¿Por qué España es
diferente?
“En los años ochenta, el régimen de conciertos se entiende como una
apuesta por la universalización de la educación, porque no había oferta
suficiente. Muchos pensaron que era algo coyuntural, pero con el paso de
los años tanto los Gobiernos del PP como del PSOE han seguido apostando
por este modelo”, apunta Antonio Olmedo, profesor de Política Educativa
de la Universidad de Roehampton (Londres) y del Instituto de Educación
londinense.
El Ejecutivo socialista reguló entonces los conciertos para ordenar
las subvenciones que desde los sesenta venía recibiendo la Iglesia para
crear colegios. La libertad de los padres para elegir la educación de
sus hijos, recogida en la Constitución, ha sido, por otro lado,
esgrimida siempre por los conservadores para defender a las escuelas
católicas.
La Iglesia ha estado históricamente detrás de la educación concertada
y privada de España —también en el caso de Bélgica, donde la fuerte
influencia eclesial y el apoyo de las fuerzas políticas liberales a la
educación privada explican su tradicional apuesta por este modelo—, pero
hace algunos años grandes fondos de inversión han entrado
a aprovechar parte del pastel. “Como Dinamia, con más de 5.000 alumnos
en sus colegios Laude”, señala Olmedo, quien también cita a Cognita, “el
mayor grupo británico de educación privada, que tiene el respaldo de la
familia propietaria de la cadena de ropa C&A”.
“Los sistemas segregadores sacan peores resultados”, opina un experto
La sociedad de capital riesgo Dinamia, la primera española cotizada
en Bolsa, explica en su web las oportunidades de negocio que ofrece la
educación española: “Existe una creciente demanda de centros privados
debido a la preocupación por la educación, que está llevando a las
familias con rentas medias-altas a buscar una mayor calidad para sus
hijos”. Entre sus negocios está también el grupo de perfumería Bodybell o
la empresa de aparcamientos Eysa.
“Nosotros no estamos en contra de la concertada o la privada, pero sí
de que se privatice lo público para beneficiar a algunos”, arguye
Sergio Gutiérrez, eurodiputado socialista. El PP no ha atendido a este
periódico por problemas de agenda de sus europarlamentarios, pero los Cuadernos de Pensamiento Político
de la fundación FAES, su laboratorio de ideas, defienden las
alternativas a la pública. “Los centros de iniciativa privada han
demostrado tener más demanda que los centros públicos, son más baratos
para el contribuyente y en promedio ofrecen una mejor calidad de la
enseñanza”, dice uno de sus artículos.
La educación ofrece oportunidades de negocio y la privatización
avanza, aunque de forma moderada, tanto en España como en el resto de
Europa. “En el año 2000, el 7,9% de los recursos de la educación
procedía de la financiación privada en la media de la UE. En 2011, el
porcentaje se eleva al 10,7%. En España, en el mismo periodo se ha
pasado de 12,6% de financiación privada a un 14,6%”, explica Jorge
Calero, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.
“No podemos decir que haya una ola general privatizadora en Europa,
pero en algunos países sí hay una ofensiva en ese sentido, como en Reino
Unido y Suecia”, apostilla este experto.
Grandes fondos de inversión entran en el negocio de la enseñanza.
De los dos casos citados por este catedrático, el de Suecia resulta
especialmente llamativo. La privatización de la escuela monopoliza el
debate político de cara a las elecciones generales del próximo
septiembre. “Es la conversación favorita de los profesores a la hora del
café, sobre todo por cómo ha bajado el nivel de los estudiantes que
llegan a la universidad, especialmente en matemáticas”, confiesa el
profesor de Pedagogía de la Universidad sueca de Boras Ramón Garrote.
Un Gobierno liberal conservador introdujo en los noventa las escuelas
privadas financiadas con dinero público. En la última década, el país
nórdico ha pasado de tener solo un 2,6% de alumnos en educación
concertada en bachillerato a un 17%. Y la evolución de los resultados de
Suecia en PISA
resulta significativa: el batacazo ha sido considerable. En 2000, Suecia
obtenía resultados en matemáticas, lectura y ciencias por encima de la
media de la OCDE (y de España). En el último examen internacional, el de
2012, ha perdido 34 puntos en matemáticas, 27 puntos en ciencias y 23
en lectura, de forma que el país nórdico ha pasado a quedar por debajo
de la media en todas las disciplinas, e incluso de España, que le ha
sacado ocho puntos en matemáticas, 11 en ciencias y cinco en lectura.
El 10,7% de los recursos en el sector en Europa son privados
“No creo que la privatización esté relacionada con los resultados de
Suecia en PISA”, asegura Ulf P. Lundgren, exdirector de la Agencia
Nacional de Educación sueca. A la hora de evaluar la reforma que
permitió la gestión privada de los colegios, Lundgren no obvia, sin
embargo, que “han aumentado las diferencias entre las escuelas”, que
“los centros independientes tienen profesores peor formados que los del
sistema público” , y que hay “casos en los que el propietario ha hecho
fortuna con los impuestos de los ciudadanos y otros en los que los
colegios han tenido problemas financieros y han cerrado, provocando una
pérdida de un año de estudio a los alumnos”, según explica por escrito a
EL PAÍS. La quiebra de los colegios John Bauer, de gestión privada, que
dejó en la calle a casi 3.000 alumnos (fueron recolocados), ha
impactado a la sociedad sueca.
La profesora emérita de la Universidad de Uppsala Ulla Riis sí
relaciona ambos fenómenos. “Los alumnos con mejor nivel sociocultural
han ido a las escuelas concertadas, y los de peor estatus a las
públicas”, explica. “Eso ha provocado la pérdida del llamado efecto del
compañero de pupitre, según el cual se ha estudiado que los alumnos de
mejor rendimiento académico ayudan a mejorar los resultados de todo el
grupo, y las expectativas de padres y tutores sobre el grupo también
motivan que todos eleven su rendimiento”, abunda. Si los buenos se
concentran en unas escuelas determinadas, donde no están nadie tira de
los de peores resultados.
“La segregación educativa y cultural es un efecto clásico de estos
sistemas”, destaca Olmedo. “En general, los sistemas segregadores
obtienen peores resultados que los generales. Suele aumentar el
rendimiento de una parte de la sociedad, pero no del conjunto”, explica.
“Y ahí entra la apuesta política. ¿Quién nos interesa que obtenga
buenos resultados?”, se pregunta.
FUENTE: EL PAÍS
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/06/01/actualidad/1401644024_776502.html