miércoles, 26 de agosto de 2015

PERDERLO TODO

DURMIENDO SIN TECHO...
Soy un número. Soy viento. Soy lluvia. Soy asfalto y banco y frío y miedo. Siempre miedo. Soy lo que no quieres ver. Soy el hombre invisible que camina siguiendo el rastro de tu sombra, tratando de recobrar unos pasos que perdí, buscándome en el reflejo de lo que fui. Pasarás junto a mí y ordenarás a tus ojos desviar la mirada. No te lo reprocho. Es este maldito muro que nos separa. Ni te imaginas lo fácil que es traspasarlo para venir conmigo. Pero después se torna más duro que el odio de un niño, más grueso que el cerrojo de quien ya no te quiere. Y solo queda escapar. Huir de todo lo que fuiste.
Soy el hombre que vuela. El que dejó en tierra un trabajo, una familia, un sofá, una cama y unos sueños. Nunca nadie imagina esto. Nadie fantasea con estar aquí, tumbado en un portal, mientras alguien te cuenta para saber la cifra de habitantes del otro lado del muro.
Soy el hombre que repta. La mirada pegada al suelo. Siempre humillada, siembre mirando a los demás desde unos palmos por debajo. Con la suciedad incrustada en la piel y la humedad en los huesos. ¿Recuerdas qué divertido era de niño mirar el mundo desde el suelo? Para mí, el juego acabó. Soy el hombre de hierro que se golpea contra un muro. Soy el hombre murciélago que vuela. El hombre araña que se arrastra.
En realidad, soy un super héroe. Solo que perdí mis poderes.


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