Llevo meses caminando rutas desconocidas y a diario me encuentro con muchas historias que permanecen en la oscuridad, historias que a pesar de todo siguen latiendo. Descubres que muchas de estas historias no pueden volar, están enjauladas por unos pocos que en nuestra sociedad van vestidos de dioses y santos.
Las miradas de estas personas que el frío empequeñece te
miran fijamente a los ojos y en un proceso de anticipación se
deciden a contarte los pocos sueños que quedan guardados entre los
cartones humedecidos. Me miran tan profundamente sin intercambiar
palabras y entiendo y siento que siendo el más joven de la calle
debo seguir luchando para que los pocos sueños que quedan atrapados
puedan volar algún día.
La calle me ha brindado la oportunidad de abrazar lo esencial y cueste lo que cueste seguiré esta ruta tan desconocida, es importante que el mundo cobre la esperanza en un mundo mejor en tiempos oscuros donde vence la inmoralidad.
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