miércoles, 3 de junio de 2015

EL MÁGICO TREN QUE ME ENSEÑO VIVIR...

LA RUTA QUE LO CAMBIO TODO...

El tren azul celeste lo conocí y abrace por primera vez en 1987, tenia siete años y recuerdo perfectamente aquel viaje del agosto de 1987, un día muy soleado y agradable. Dos adultos nos acompañaban a los 7 niños que Ceaucescu mandaba a viajar hacía otra casa de acogida. 

Mi primer contacto con el tren ha sido muy especial, gozaba de felicidad, volaba por primera vez fuera de la primera acogida donde había pasado 7 años de mi vida. En este viaje nos acompañaban dos adultos de la casa de acogida de destino, Tio Costel (el granjero) y su esposa, gente humilde distinta a las personas de la primera acogida situada en la capital de provincia. 

Mis compañeros inseguros lloraban durante el viaje, era nuestra primera salida al mundo, frágiles y curiosos no parábamos de analizar las imágenes que las ventanas del tren proyectaban en cada instante, pegados a las ventanas y felices gozábamos con total libertad.  


Durante el trayecto que duraba unas dos horas había inspeccionado cada rincón de aquel tren, me fascinaba tanto que los adultos del tren no paraban de mostrar su afecto por ello. Cada vagón que cruzaba me ganaba caricias y besos de hombres y mujeres y aquello prometía mucho.

Recién llegados a la acogida de Corabia/Olt descubrimos que habían animales (cerdos para el consumo propio de la acogida, caballo que servía de vehículo para transportar alimentos...) descubrimos que nuestro hogar era una casa grande con muchas habitaciones, descubrimos los bellos jardines y el río Danubio que se podría observar desde las habitaciones...aquello era muy diferente, una acogida autosuficiente olvidada por la administración pública. 

El sistema de repartición de niños que hacía el comunismo no tenia criterios ninguno y por suerte he sido enviado a la única acogida de Rumania que escolarizaba a los niños fuera de la acogida, todas las demás no se relacionaban con la sociedad, los niños estudiaban en las mismas acogidas.

El mismo tren luego me ha llevado cada semana a la Universidad, recuerdo a los controladores que admiraban que el único chico del olvidado pueblo iba a la universidad, controladores que casi siempre me dejaban viajar sin pagar. 

Ahora como adulto tomo conciencia de ello y me llena de satisfacción ya que los frutos cosechados lo estoy compartiendo con la humanidad. 

El tren y la bicicleta son mis vehículos preferidos y las pocas veces que he tenido que viajar en un coche o autobuses urbanos me he mareado. En bici y tren inspiras aire limpio, fresco es agradable viajar al mismo ritmo que la propia vida...

     


   

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