lunes, 18 de julio de 2016

El imperdonable abandono de la República española

"Una pequeña intervención hubiera sido suficiente para que el Gobierno de Madrid ahogara el brote de rebelión", señaló el ministro francés de Educación, Jean Zay, partidario del apoyo del Frente Popular. Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. Gilbert Grellet

 

En los días y semanas que siguieron al golpe de Estado desencadenado el 17 de julio, los tres grandes democracias occidentales --Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos-- se negaron a prestar su apoyo al gobierno elegido democráticamente en Madrid para sofocar el levantamiento militar. Fue un error imperdonable, que costaría muy caro al pueblo español, que tuvo que soportar casi cuarenta años de dictadura franquista. Fue también un gran error geopolítico, que presagiaba Múnich y abría el camino hacia la Segunda Guerra Mundial.

Ochenta años después de este fatal episodio, uno se queda atónito al constatar que el Gobierno francés del Front Populaire, dirigido por el socialista Léon Blum, abandonó a su suerte el Frente Popular español, a pesar de la petición de ayuda realizada el 19 de julio por el Gobierno de Giral. Después de una respuesta inicial favorable, Blum cambió rápidamente de opinión debido a los violentos ataques de la prensa francesa de derechas y a la reticencia de los radicales --sus aliados políticos-- del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, por las presiones del Gobierno de Londres.

A partir del 25 de julio, el Consejo de Ministros francés decidió no cumplir con el encargo oficial realizado por Madrid para suministrar aviones y armas. Ese mismo día fatídico, en el que todo cambió, Hitler accedió a enviar de manera urgente aviones para ayudar a cruzar el Estrecho de Gibraltar al ejército rebelde en África, tras una reunión celebrada en Bayreuth (Alemania) con emisarios enviados por Francisco Franco. Dos días más tarde, Benito Mussolini enviaba también aviones a los golpistas.

"Una pequeña intervención hubiera sido suficiente para que el Gobierno de Madrid ahogara el brote de rebelión", señaló, en su momento, el ministro francés de Educación, Jean Zay, partidario del apoyo del Frente Popular.  Lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: el ejército insurgente tomó una ventaja decisiva gracias a la ayuda inmediata y determinante de los aviones alemanes e italianos.


El resto de la historia de esta traición a la democracia española la conocemos de sobra. Después de constatar el apoyo otorgado a los rebeldes por Berlín y Roma, Blum se comprometió a entregar a Madrid algunos aviones a principios de agosto, antes de interrumpir por completo el suministro de armas el 8 de agosto --un verdadero embargo--, decisión englobada en el marco de una insólita política de “no intervención”.
Concebido por el Quai d'Orsay [Ministerio de Asuntos Exteriores] en París, aprobado por Londres y firmado por todos los países europeos, incluidos Alemania e Italia, el acuerdo de "no intervención" prohibía cualquier forma de asistencia a los contendientes en España. Fue una mascarada diplomática increíble, burlada por Hitler y Mussolini, que siguieron apoyando abiertamente a los rebeldes, mientras que los países democráticos negaron cualquier apoyo al bando republicano.

Con el pretexto de no interferir en un conflicto "interno", la  "no intervención" equiparaba a un gobierno legal republicano con unos traidores militares golpistas, y constituía de hecho una "intervención" contra el Frente Popular, como señalaron el embajador español en París, Álvaro de Albornoz, y el jefe de la diplomacia española, Julio Álvarez del Vayo, en su famoso discurso ante la Sociedad de Naciones (SDN) en Ginebra el 25 de septiembre.

En este proceso, la responsabilidad moral y política del Gobierno Blum es innegable, pero la del Ejecutivo inglés no es menos abrumadora. Cegado por el anticomunismo, deseoso de evitar más conflictos en Europa y de "apaciguar" a Hitler, el gobierno conservador de Stanley Baldwin apenas ocultó su preferencia por los golpistas españoles. Londres puso en práctica una "maliciosa neutralidad" respecto al Frente Popular, tras convencer a Francia, muy comprometida con su alianza con Gran Bretaña, de no hacer nada.

Incluso Winston Churchill, desde fuera del gobierno, intervino directamente en las negociaciones con Blum --con el que mantenía buenas relaciones-- para convencerle de que era mejor que ganaran los militares que ver a los “comunistas” hacer la revolución y masacrar “a la burguesía”

Por su parte, la América aislacionista de Franklin Roosevelt aplicó de forma errónea el estricto principio de "neutralidad", y dejó que empresas privadas suministraran combustible y transporte a  los golpistas. Además, Roosevelt, en medio de la campaña para su reelección en 1936, no quería ponerse en contra a la comunidad católica de Estados Unidos, indignada por las noticias de matanzas de religiosos en Cataluña y Aragón.

Sin embargo, el embajador de Estados Unidos que en ese momento estaba en España, Claude Bowers, era un personaje notable que no cesó de denunciar la "farsa" de la “no intervención” y que apoyó decididamente al Gobierno republicano, a diferencia de lo que hizo su homólogo inglés, Henry Chilton, ferviente partidario de los golpistas, que enviaba informes falsos a Londres sobre la situación en España.

Más allá de este imperdonable error político --no apoyar a un gobierno elegido democráticamente--, París, Londres y Washington cometieron un importante error geoestratégico al no reaccionar ante la ayuda proporcionada por los nazis alemanes y los fascistas italianos a los militares rebeldes españoles.
Ferviente pacifista, Blum no cesó de repetir que la “no intervención” pretendía evitar "una conflagración general" en Europa. En otras palabras, dejar que se desarrollara el conflicto en España para evitar la guerra en el continente. Una política equivocada, aprobada por los ingleses.

Sin embargo, incluso entonces, muchos políticos y partidarios de prestar ayuda a Madrid señalaron todo lo contrario: que el hecho de no intervenir en España traería una nueva guerra generalizada en Europa. “Ahora nos toca a nosotros, mañana seréis vosotros los que tengáis una guerra”, afirmó profética Dolores Ibarruri, la Pasionaria, en una gran concentración en París a principios de septiembre de 1936.

Y, de hecho, eso es lo que ocurrió como resultado de la ceguera y de la ingenuidad de las democracias frente a las amenazas y las mentiras totalitarias. El escandaloso abandono de la República española puso al descubierto la cobardía de estas democracias, dio alas a las agresiones de Hitler y Mussolini y permitió la formación y consolidación del Eje Roma-Berlín… Siguieron Múnich y la Guerra 1939-45.
En aquel imperdonable verano de 1936 se escribió el destino del pueblo español, sometido posteriormente a una despiadada dictadura. Pero también el de una Europa que se vio arrastrada a la guerra porque no supo defender la democracia.
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Gilbert Grellet es escritor y periodista. Exdirector de la oficina de la AFP en Madrid (2005-2010), acaba de publicar en Francia Un été impardonnable. 1936: la guerre d’Espagne et le scandale de la non-intervention. Albin Michel.


De izquierda a derecha, los jefes de Gobierno de las tres potencias democráticas al inicio de la Guerra Civil española: Stanley Baldwin (Reino Unido), Léon Blum (Francia) y Franklin D. Roosevelt (EEUU).

 

 

sábado, 16 de julio de 2016

Stephen Hawking: "No hay ningún dios. Soy ateo"

Hawking: "No creo que podamos sobrevivir más de 1.000 años sin escapar de nuestro frágil planeta"

 

"Recuerden mirar a las estrellas y no a sus pies. Pregúntense qué es lo que hace que exista el Universo. Tengan curiosidad. Y por muy difícil que pueda parecer la vida, siempre hay algo que uno pueda hacer bien. Lo que importa es no rendirse jamás". Son las recomendaciones de una de las personas más admiradas del planeta. El astrofísico Stephen Hawking (Oxford, 1942), un hombre que ha llegado a los 74 años contra todo pronóstico médico, se confesó ayer en Tenerife ante un millar de personas durante su intervención en el festival Starmus, en el que se le rinde homenaje a lo largo de esta semana. 

Mi breve historia. Así tituló su intervención, un título muy parecido al que eligió en 2013 para su autobiografía Breve historia de mi vida. Y en cierto modo lo que hizo Hawking fue hacer balance de su vida. Habló de su infancia, su familia, sus sentimientos, su trabajo, sus decepciones y sus deseos con su voz electrónica con acento americano, generada a través sale del sofisticado sistema electrónico que utiliza para comunicarse y que controla con su mejilla. 

En realidad, su historia iba a ser más breve aún, pues cuando era un veinteañero los médicos le dijeron que moriría en pocos años. Se equivocaron pero él siempre ha tenido la necesidad de aprovechar al máximo cada minuto de vida. Y es que, aunque la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que sufre le ha dejado postrado en una silla de ruedas sin poder moverse, esa enfermedad degenerativa no le ha impedido llevar una vida plena profesional y personalmente, ni le ha impedido viajar por tercera vez en dos años a Tenerife. Su estado de salud, no obstante, es frágil, por lo que permanentemente viaja en compañía de médicos y enfermeros.
 Pasaban las 15 horas (la 16 horas hora peninsular) cuando el astrofísico, vestido con traje azul marino y camisa azul cielo, entró en el auditorio Pirámide de Arona, donde fue ovacionado. Tras atender las solicitudes para hacerse fotografías, se subió al escenario, escoltado por policías, para relatar su aportación a la cosmología, de la que se siente orgulloso, al igual que de los progresos que ha hecho toda la comunidad científica para averiguar de dónde venimos: "Nuestra imagen del Universo ha cambiado muchísimo en los últimos 50 años y me alegra mucho haber hecho una pequeña contribución". Dedicarse a la ciencia, asegura, ha sido una gran satisfacción para él: "Ha sido glorioso el tiempo que he vivido haciendo física teórica".

Parte de su trabajo sobre la formación del Universo o los agujeros negros ha podido demostrarse años después de que formulara sus teorías gracias a las misiones espaciales que han podido hacer mediciones y detectar, por ejemplo, el fondo cósmico de radiación, algo así como los vestigios del Big Bang. "Los humanos no somos más que colecciones de partículas fundamentales de la naturaleza, y el hecho de que hayamos sido capaces de comprender gran parte de las leyes del Universo es un gran triunfo", señala Hawking.

Cuestionando a Dios desde niño

El científico, que ha manifestado públicamente su ateísmo y considera que Dios no es necesario para comprender el Universo, reveló que ya de pequeño tenía largos debates con sus mejores amigos. En su pandilla había seis o siete niños con los que conversaba sobre temas como la religión: "Hablábamos sobre el origen del Universo y si era necesario un Dios para hacerlo funcionar", rememora.

Pese a ello, asegura que no era ni mucho menos el más listo de la clase. De hecho, estaba en un nivel intermedio, según explicó. En 1950, cuando tenía ocho años, su padre cambió de trabajo, así que su familia se mudó al norte de Londres. Le mandaron a una escuela para chicas que también admitía alumnos varones hasta los 10 años. "Nunca destaqué, era una clase con gente muy inteligente. Mis deberes y mis apuntes eran un caos y mi caligrafía desesperaba a mis profesores. Pero mis compañeros me llamaban Einstein".

El astrofísico confesó también el poco esfuerzo que dedicó a sus estudios en la Universidad de Oxford: "He calculado que trabajé unas 1.000 horas en tres años, es decir, un promedio de una hora al día. No estoy orgulloso de ello, sólo comparto cómo era mi vida entonces". Durante su examen final le preguntaron por sus planes de futuro: "Si me daban una matrícula, iría a la Universidad de Cambridge, pero si me daban un aprobado justo, me quedaría en Oxford. Al final, me dieron la matrícula". Su objetivo era que su profesor allí fuera Alfred Hoyle, al que consideraba el mejor astrónomo, aunque al final le asignaron otro profesor que no conocía, Dennis Sciama.

Ya durante su estancia en Oxford se dio cuenta de que no estaba bien, por ejemplo, cuando intentaba remar. Su estado fue empeorando poco a poco: "Tras llegar a Cambridge, durante una navidad en la que hizo mucho frío, mi madre me convenció para ir a patinar sobre hielo, aunque yo ya sabía que no podía hacerlo bien. Me caí y tuve grandes dificultades para ponerme en pie. Mi madre se dio cuenta de que algo no iba bien y me llevó al hospital. Me hicieron muchas pruebas y, aunque no me dijeron qué me pasaba exactamente, yo adiviné que se trataba de algo muy grave. Nunca volví a ver al médico que me hizo el diagnóstico y que pensaba que no había nada que hacer conmigo".

"En la práctica, mi padre se convirtió en mi médico y acudí a él para que me aconsejara. Al principio me deprimí porque parecía que empeoraba de forma muy rápida", recuerda. Por ello, dudó en seguir con su tesis doctoral, pues no sabía si podría acabarla antes de morir: "Pero entonces la enfermedad empezó a evolucionar más lentamente y empecé a progresar en el trabajo. Cada nuevo día era una recompensa y empecé a apreciar todo lo que tenía. Mientras hay vida hay esperanza", afirma categórico Hawking.

En su estado de ánimo influyó decisivamente su primera esposa: "Había una chica joven llamada Jane a la que había conocido en una fiesta. Comprometerme con ella me hizo sentirme mucho más feliz. Me di cuenta de que si nos íbamos a casar, debía encontrar un empleo y acabar la tesis doctoral", relata. Y así fue como comenzó una prolífica carrera que le ha convertido en uno de los astrofísicos más reconocidos del mundo.

Aunque Hawking ha destacado en el campo de la cosmología, en los últimos años ha seguido con creciente interés los progresos en la carrera espacial. En el festival Starmus, el astrofísico ha mostrado de nuevo su preocupación por el futuro de la especie humana, por lo que considera importante fomentar el interés por el espacio. De hecho, él es uno de los científicos que está detrás del proyecto Starshot, que pretende enviar una flotilla de naves espaciales minúsculas al sistema estelar Alfa Centauri para descubrir si hay indicios de vida. "Tenemos que seguir yendo al espacio por el futuro de la Humanidad", aseguró.

El profesor considera que nuestra civilización se enfrenta a diversas amenazas, por lo que cree que habrá que descubrir nuevos mundos habitables. "No creo que podamos sobrevivir más de 1.000 años sin escapar de nuestro frágil planeta", vaticina.

Fuente: El Mundo
http://www.elmundo.es/ciencia/2016/06/29/5773f87fe2704ee4738b45a3.html

miércoles, 13 de julio de 2016

ABUELOS: EL RETORNO A LA INFANCIA

NUNCA OLVIDEMOS A NUESTROS ABUELOS 

Librada la abuela del pueblo de Aracena que siempre supo escuchar al niño que llevo dentro, el niño rebelde que en su hogar encontraba el mismo ritmo que la vida. Librada la abuela de Aracena que me ofrecia trabajo en su casa cuando era un irregular para sentirme libre, feliz e independiente. Librada la abuela que en su retorno a la infancia se ha encontrado de nuevo con la niña a la que negaron jugar. 

Los mayores son la sabiduria autentica del pueblo y la sociedad actual que ignora su capacidad debe alimentarse de sus experiencias. Los abuelos mantienen el país con sus pequeñas jubilaciones, caminan al mismo ritmo que la vida captando lo esencial de la vida...

Abracemos a nuestros abuelos y demosles las gracias a diario por habernos acompañado en nuestro crecimiento, por abrazarnos de verdad. Cuidemos de nuestros pequeños abuelos que en su trayecto final juegan, deliran...es su retorno a la infancia. 

Gracias Librada por abrazarme.


LOS NADIES INVISIBILIZADOS EN UN MUNDO DESHUMANIZADO


LAS HISTORIAS INVISIBILIZADAS EN UN MUNDO DESHUMANIZADO

De muy pequeño tome consciencia sobre lo que era la vida y cada día me maravillaba por tener un espacio en este bello mundo. Nunca llegue a entender la desiguladad hasta que un día comprendí que la única forma de acabar con ella era a través de la educación, la igualdad de oportunidades. Luego me tape con unas instituciones que hacían propaganda con los conceptos sin llegar nunca a profundizar en las causas que determinaban que haya gente pobre.

Más tarde llegue a la universidad donde tuve la oportunidad de acceder a grandes bibliotecas, investigar y pofundizar sobre la pobreza y muy pronto he llegado a la conclusión que la pobreza era un acto intencionado y bien planificado por los politicos, los religiosos y las empresas que en los años 70 pasaron a denominarse ONG sin animo de lucro. 

En varias ocasiones pense en dejar la carrera de trabajo social y no lo hice muy sensible con el tema social que me ha tocado muy de cerca. Los referentes de la infancia han influido bastante en mis decisiones y hoy sigo en la misma, reivendicando derechos sociales. 

Los trabajadores sociales somos agentes sociales, educadores que tratan de transformar la realidad social, equilibrar las desigualdades existentes pero la Iglesia se ha encargado de apropiarse de la profesión que ha convertido en pura caridad que humilla a las personas que necesitan de la intervención de un trabajador social.

Me he negado ser un agente de la caridad y me han expulsado del sistema y esto no me ha impedido seguir exerciendo mi profesión a pie de calle las 24 horas con las personas expulsadas del sistema que utilizan las ONG y la Iglesia como chivo expiatorio en sus negocios con la pobreza.

En la calle me encontre con miles de historias que permanecian en la invisibilidad, historias autenticas que abrace sin dudar. Desde la calle pude comprobar la falta de empatia y humanidad del mundo que consideraba que estas historias debían permanecer en la oscuridad sin derecho a tomar el sol y esta actitud egoista del mundo me provoco y cada día trataba de pulir las historias de los nadies y llegar a los corazones del mundo, hacer visible la autentica dignidad y valentia que había en el mundo de los nadies y poco a poco logramos rehacer el canal de las emociones, esta inteligencia emocional espectacular que no sabe de clases, pobres o ricos, un mundo consciente y sensible al próximo.

La sociedad actual se degrada ante nuestras miradas y no debemos permitir que los hombres maquinas conquisten nuestros corazones, no debemos dejar de ser humanos, sensibles, naturales ya que de ello depende el futuro. Sin valores estamos condenados a desaparecer...

Dedico esta entrada a todas las personas sensibles de este planeta que trabajan a diario por la igualdad y a los niños invisibles que luchan a diario por su trozo de libertad.



sábado, 9 de julio de 2016

SIGO EN LA CALLES AUNQUE ME TOME TIEMPO PARA REFLEXIONAR...

SUSTITUYO EL MÓVIL POR EL BOLÍGRAFO ...HASTA PRONTO MADRID.


Tras meses de trabajo intenso en Madrid ha llegado la hora de retirarme para escribir, descansar, reflexionar...Estaré unas semanas en el pueblo de la Sierra Norte de Huelva con mi querida profesora que siempre me abre la puerta de su casa.

Necesito reconectar, tomarme tiempo para narrar las historias que me han regalado con generosidad las personas sin techo, aliviar los fuertes dolores de espalda y de corazón...

Sigo en las calles aunque me tome tiempo para reflexionar este año desbordante, volveré con más fuerzas ya que hay que acabar con la impunidad de los políticos de este país que nos tratan con desprecio, volveremos a caminar juntas en breve.

Gracias a todas por el apoyo dado, sin ustedes esto no hubiese sido posible. 

ARACENA/HUELVA - Foto: Benjamin Mengelle